sábado, 23 de mayo de 2009

Segundo








De sus padres, recuerda que le pusieron segundo, no por ser el segundo en la familia ni por devoción a las matemáticas; si no por “Don Segundo Sombra”.Y que eran buena gente, me dice.

Y hoy hace frío, de vuelta, en la terminal.A veces, me cuenta; le pasa de que se olvida como es el calor.No ese calor momentáneo de mediodía, me dice.Sino el calor de la cama y el amor; de la estufa y la comida.

Le pregunto sobre las mujeres.Se ríe cuando me dice que de joven era buen mozo; y que en los bailes siempre ganaba.Pero me jura, por la virgencita, que el solo amo a una mujer; y que esa mujer hoy esta con Dios, me dice.

Yo (que se respetar los silencios); y para que no piense sobre lo que duele, le cambio de tema.Solo se me ocurre hablarle de futbol, que es de lo que hablamos los hombres cuando no sabemos que decir…

No recuerda cual fue el último trabajo, pero si que le alcanzaba para la comida, la pensión y alguna buena pilcha de vez en cuando.Si hasta tenia cablevisión en la pensión, me dice!

Me cuenta que cuando vino acá; entro a trabajar en una fabrica; de aprendiz metalúrgico.Que lo trataban bien, que todos lo querían ahí, me dice.Y que en las fiestas, sino caía franco, festejaban todos juntos.Que la gerencia les dejaban unos buenos pan dulces y un par de sidras, para brindar a la doce; como si fueran todos familia.

Lastima que tuvieron que cerrar la fabrica, me dice.

Me cuenta que ya no le cree nada a los políticos; pero que igual siempre va a votar, me dice; como hacían en el campo.Que el ya no cree que las cosas cambien, me dice.Pero… me dice que el no es pesimista, mientras me mira a mi y mira a los diarios, que siempre que puede le juega a la quiniela unos pesos.Y que el 32 ya va a salir, me dice.

Que el día que le salga me invita a almorzar, me dice y yo me rio.Por todos los cafés que me convidaste flaco; me dice.

Después se va; lo veo sentarse, y cerrar los ojos para dormir un poco; entre todo el ruido de la terminal.

Lo veo y pienso en la gente sentada a su alrededor.Todos… todos esperando que el micro salga, todos a punto de irse a algún lado, o a saludar a alguien que no ven hace tiempo.

Pero el no va a ningún lado ya, solo espera que amanezca.

Y que, quizás por un rato; no haga tanto frío.











(para los que duermen en la terminal de Retiro)

ilustraciones por Pablo Betas.

lunes, 20 de abril de 2009

El Dia



Había llegado ese día.

El día que tanto había temido, ese día que nadie había anunciado, en fin, ese día.

El día de hoy.

Hoy cumplía 50 años, 50 años de trabajo, de amores, de días hermosos, de días otros no tanto, 50 años de vida.

Al despertarse se preguntó qué había hecho en esos 50 años, qué cosas habían pasado, qué cosas no pasaron.

Recordó a su esposa, a sus hijos, el trabajo, su casa, sus padres.

Recordó una vieja pelota gastada que todos los días se revolcaba por una plaza de Almagro. Recordó aquel libro que lo hizo llorar. Recordó ropas que usó, sabores que probó, gente que conoció, mujeres que besó, y después de todo eso recordó quién era él.

Por un instante pudo ver de nuevo a ese, el aquel que era y que los años habían deformado, ese joven que había sido.

Le parecía otro persona, como si su cuerpo hubiera tenido a otro en su interior durante esos años.

Se levantó y fue a prepararse el desayuno.Su esposa estaba de viaje por trabajo y sus hijos hacía años habían dejado el hogar; asi que dos tostadas y el mate eran suficientes para el.

El teléfono sonó y lo atendió.

-!!Feliz cumpleaños papá!!- dijo la voz del otro lado del tubo.

Estuvo un rato largo hablando por telefono, eso lo alegró. Después se dijo que no había razón para entristecerse, después de todo, este día era otro más de sus cumpleaños.

El teléfono no paró de sonar en toda la mañana. Al parecer era alguien muy querido.

Se tomo la tarde libre.El parque le parecio un buen lugar para no aburrirse.Se la pasó viendo a las parejas y a los puestos ambulantes, hacia rato que habia oscurecido cuando decidió regresar a su casa.

….

Desde la vereda de enfrente pudo ver que había luces prendidas en su casa, agudizó el oído y escuchó voces,-Seguramente me deben estar preparando una sorpresa- se dijo.- Qué lástima que yo ya me di cuenta -pensó.

Abrió la puerta de entrada, esperando un Feliz cumpleaños.

Silencio.

Prendió las luces esperando ver a alguien, nada ni nadie se movía.

En la oscuridad, pudo ver dos figuras en el comedor, no conocía sus caras, pero sabia temerles. Se oyó un disparo y él miro su pecho, sangraba.

Las figuras salieron corriendo, cayó al suelo; el dolor del disparo lo estaba venciendo. Empezó a sentir el sudor frío, aquel del que le hablaban, ese que te traspasaba si te disparaban.

Pensó en su vida, esa obra que durante 50 años había representado como un excelente actor.

-No fue una mala vida- se dijo.

Y lentamente, sin apuro, fue cerrando los ojos.



ilustraciones por Pablo Betas.


lunes, 30 de marzo de 2009

El escritor incomprendido.


       

Sé que no debo parar de escribir. Lo se. Se que si paro la muerte me atrapará. A veces… paro sólo para descansar mis manos, mis pobres manos… pero ya  la veo, ella se acerca… Blanca como los pétalos de loto… entonces vuelvo a escribir pero con más fuerza, y ella se aleja. Yo sabía, sabía que ella me perseguiría. Todo esto empezó cuando juré que las generaciones venideras; (las que nacerían después de los infames de la dinastía Sun) sabrían apreciarme, a diferencia de mis mediocres contemporáneos. Para castigarme  por mi irrespetuosidad, El Gran señor celeste mando  a la muerte para que me persiguiese y atosigase; aunque solo bajo condición de que me atrape cuando no escriba. Pero intuyo que no salio como pensaba… porque a veces puedo escribir cosas buenas! hasta a veces puedo descansar en un Haikou. He escrito las cosas más extrañas, más raras, más incomprensibles y las más mediocres que cualquier escritor de nuestro imperio haya podido soñar. He relatado mi vida y todos los consejos que me dieron, todos mis recuerdos.He descripto los colores del árbol del cerezo; Los lugares donde uno todavía ver un hachinoki y no volverse loco por ello… Y también los 74 usos de la planta de el te; inclusive los mortales. Todos mis amores y todos los labios que el señor celeste me permitió besar; también he escrito todas las cosas que esos labios me dijeron. A veces sólo deseo que la tinta se acabe; y que el último ideagrama quede sin terminar… Así la muerte pueda venir por mí. Sé que también podría resignarme y dejar de escribir, para que ella me tome, pero ¿qué Honor queda al entrar al infierno de los infieles (donde descansamos los escritores para la eternidad) sabiendo que me rendí? Prefiero que me tome, que me lleve con el último ideagram...


ilustraciones por Pablo Betas.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Ayer casi me olvidé de ti.


Ayer casi me olvidé de ti.
Estaba en mi cama mirando por la ventana.
Sabes que desde que me mudé a este lugar lo único que hago es mirar por la ventana. Ver cómo los días pasan.
Una escena normal.En realidad, todo es normal aca. Y aburrido.
La gente es normal; sus perros son normales, sus caras, los gestos que dibujan, sus cortinas, sus hipotecas; todo es normal acá.
Solo era un viejo.Un viejo normal; de esos que se detienen frente a las vidrieras sin intención de comprar nada; solo para pensar en que harían si se compraran algo. Solo era eso; un viejo mirando libros en el puesto de enfrente.
Y de repente se desmayó. Todos alrededor se pusieron histéricos, intentaron darle respiración boca a boca, tomarle el pulso; esas cosas inútiles. Luego vino la ambulancia.
Apenas vi la mirada del pobre viejo, supe que tú habías tenido algo que ver. En su órbita blanca vi esa mirada tuya. Esa que les dedicas a todos al final.
Te odio, ¿Vos lo sabes no? No podes dejarme un día tranquilo. Te diste cuenta de que me estaba olvidando, de que ya había dejado de pensar en las pastillas y en las enfermeras; de que me estaba olvidando de que me persigues…
Y viniste sólo para llevarte al pobre viejo enfrente de mí… para que no te olvidara.
¿Qué es lo que te hice? ¿Alguna vez te reproché algo, cuando te llevaste a mis amigos y a los no tanto? Mas, hasta intente no prestarte atención, y asentía resignado cuando sabia que venias por alguien que quería.
Y ahora vienes por mí, desgraciada… Me dejaste último… sólo, para que sufriera más en la soledad.
Y pensar que ayer casi me olvidé de ti.



ilustraciones por Pablo Betas.

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